
"Glee" es una comedia de instituto, llena de música y coreografías. La serie fue creada por Ryan Murphy, Brad Falchuk e Ian Brennan y explota los estereotipos de la escuela secundaria, trazando la división de jerarquías dentro de la misma (los deportistas populares, las porristas, los “perdedores” interesados en los clubes de música, el atleta tonto, el homosexual extravagante, etc.), mientras predica el mensaje de “sé vos mismo” y “sigue tus sueños”.
Glee trata sobre un profesor de español Will Schuester (Matthew Morrison), el cual se hace cargo del club glee (el coro) de la escuela secundaria, con la intención de devolverle el prestigio que tenía en sus épocas de estudiante, es así como reúne a un pequeño pero talentoso grupo de marginados sociales. Por otro lado, está la estrella de fútbol Finn Hudson (Cory Monteith) que alberga una secreta pasión por el canto pero cuando se une al club, tiene los pies en los extremos opuestos del sistema social de la escuela secundaria: los deportistas y los frikis. Jane Lynch interpreta a la villana Sue Sylvester, la entrenadora de porristas quién no está dispuesta a compartir el centro de atención (o su presupuesto escolar) con un club de música.

Dejando de lado el hecho de que goza de uno de los mejores pilotos de la historia de la televisión, Glee se convirtió en un fenómeno mundial. Durante algunas temporadas, fue ineludible. Las canciones estaban en todas partes de las listas de éxitos, el elenco realizó giras y lanzó una película del concierto e incluso obtuvo un reality show derivado, donde los concursantes audicionaron para estar en el programa propiamente dicho.
La música de Glee fue el corazón del espectáculo. Cada episodio está salpicado de números musicales interpretados por el elenco, los cuales cantaban y bailaban los éxitos del pop de ayer y de hoy. Es así como varias generaciones conocieron una amplia variedad de estilos musicales, gracias a la visión de Ryan Murphy. Los guionistas introducen estos números en el guión de dos formas: cuando el club de Glee ensaya o realiza una rutina y cuando un personaje expresa sus emociones. En el caso de este último, el canto no “ocurre” dentro de la realidad del espectáculo, sino que se usa para enfatizar los sentimientos del personaje. El programa intenta evitar el antiguo método de estallar espontáneamente en una canción.

Aunque Glee no sea del agrado de todos, en mi opinión, es una gran comedia adolescente para sentirse bien. El reparto es sin dudas genial, y cada miembro aporta algo individual al programa: Lea Michele hace un trabajo especialmente bueno en su papel de Rachel, pero sin dudas la revelación del show es Naya Rivera en su papel de Santana, un personaje que fue evolucionando en cada temporada cobrando cada vez más protagonismo hasta el punto de codearse con la estrella principal Lea Michele, y demostrando en más de una ocasión que estaba a la altura de cualquier número musical digno de Broadway.
Además, me gusta la forma en que la serie se ocupa de una amplia gama de problemas diferentes, como el acoso, el embarazo adolescente, la homosexualidad y los diversos tipos de presiones que enfrentan muchos adolescentes en la actualidad. Es decir, lo que realmente me gustó de Glee en sus dos primeras temporadas, es el hecho de que es fácil identificarse con sus personajes y sus situaciones, especialmente para alguien como yo que haya asistido a una escuela conservadora en un pueblo en el que nunca pareció encajar. Por supuesto, no fui la única que se identificó con esta serie. Cada semana, innumerables fanáticos sintonizaron para ver cómo Nuevas Direcciones navegaría por los traicioneros pasillos de McKinley High. Nos reímos de lo cursi de las temáticas semanales del club glee. Nos identificamos con las historias. Nos estremecimos al pensar en nuestras propias inseguridades. Y encontramos refugio en el coro de una canción familiar.

Sin embargo, toda la premisa que involucra a un grupo de estudiantes en una escuela secundaria nunca debió durar tanto, y creo que tuvo que haberse detenido una vez que los personajes principales abandonaron la escuela. Y aunque fue perdiendo la chispa, Glee hizo algo enorme: cambió la forma en que la gente ve la televisión, con música, personajes bien escritos y una historia sencilla, Glee cambió el juego. Este espectáculo hizo que la gente hablara y cantara. Pudo haber sido un desastre desde el principio, pero Ryan Murphy hizo un buen trabajo hasta las 3 primeras temporadas.
Si bien, los chistes son solo regulares, Glee es una serie entretenida de todos modos. El ingenio de Jane Lynch es fácilmente la parte más divertida junto con los números musicales. La serie también te mantiene interesado en las subtramas (triángulos amorosos, romances, escándalos, etc) y sus personajes no son buenos o malos sino que cometen errores y aprenden de ellos al final del día. Aunque pinta un retrato bastante soleado (más loco, y más teatral) de la vida adolescente moderna y el mundo exterior, pero es muy divertido y te hace sentir bien por dentro. No es muy profundo, pero apunta al sentimentalismo de sus espectadores.

Todavía recuerdo la primera vez que me crucé con Glee en la televisión cuando recién se estrenaba, sus personajes me cautivaron y fue amor a primera vista, me enganché de inmediato. Hoy a 11 años de su estreno quisiera recordarla como una serie de televisión que ayudó a otros de una manera que ningún otro programa de televisión podría haberlo hecho en ese momento. Tenemos que ser honestos, incluso si la odiaste o te gustó, antes de Glee no había otro programa tan abierto como este. Glee, al final del día es un espectáculo optimista, feliz y simple. No intenta ser más de lo que es, pero ha sabido ganarse su puesto en nuestros corazones.
-Escrito por: Carla M. Vallejos (@kurca)
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