Mi intención esta vez no es hacer una especie de review por lo que voy a hablar libremente tirando spoilers si siento que son necesarios y dando por hecho que todo aquel que lea esto ya vio al menos una vez en su vida El Planeta del Tesoro.
Retrocedamos a finales de los años
80 donde unos jóvenes Ron Clements y John Musker, quienes en ese entonces eran
animadores de Disney, se les cruzó una idea por la cabeza: adaptar el libro “La
Isla del Tesoro”… ¡pero en el espacio! Jeffrey Katzenberg, quien era director
ejecutivo de Walt Disney Animation Studios en esos años les dio la oportunidad
de dirigir y escribir una película, pero no la que ellos querían, sino que
hicieron Policías y Ratones (1986), luego hicieron La Sirenita (1989),
posteriormente Aladdin (1992) y en ese momento Katzenberg les prometió que si
su siguiente película resultaba tan exitosa como las anteriores les daría el
visto bueno para la producción de esta nueva adaptación de La Isla del Tesoro
que tanto pedían hacer. El siguiente proyecto de Ron y John fue Hércules (1997)
y aunque no fue precisamente un éxito en taquilla Jeffrey Katzenberg ya había
renunciado a su puesto en Disney para fundar Dreamworks y Ron y John, con el
guion ya escrito, tuvieron la oportunidad de llevar a cabo su deseo compartido
de re-versionar el clásico libro de Robert Louis Stevenson, versión que
finalmente estreno en el 2002.
Disney ya había adaptado en los años
50 el libro La Isla del Tesoro, pero manteniéndose fieles a la novela original.
En esta nueva versión, el protagonista: Jim Hawkins es un adolescente sumamente
inteligente y capaz pero conflictivo y rebelde, que en su niñez se vio
fascinado y atrapado por las historias de piratas que tanto leía con su madre,
en especial por la leyenda del Capitán Flint y su tesoro de los mil mundos,
escondido en el llamado “Planeta del Tesoro”. A parte del hecho de que la historia
se lleva a cabo en el futuro y hay barcos voladores que surcan el espacio, la
película es similar a la historia original pero con varias vueltas de tuerca
que la hacen, a mi parecer, mucho mejor
e interesante, pues le da más complejidad a los personajes y se nos hace más
fácil conectar con estos. Jim es el ejemplo más claro, pues su padre lo
abandono a él y a su madre, haciéndonos que conectemos con su personaje
fácilmente por esa misma razón, pues en los 2000 era bastante común que los
niños crezcan sin una figura paterna presente, o si estaban, generalmente era
una relación más fría de lo que uno desearía, pues los padres no demostraban
mucho afecto a sus hijos por ciertas cuestiones de masculinidad toxica. Siguiendo
con la historia Jim y un amigo de su madre, el Dr. Delbert se embarcan en una
misión para encontrar el Planeta del Tesoro luego de que un pirata llamado
Billy Bones le diera a Jim el mapa para llegar a este legendario lugar antes de
morir. Allí Jim conoce al cocinero mitad robot John Silver, quien funcionara
como mentor, villano y figura paterna de Jim, para que este por fin pueda
convertirse en el adulto brillante que siempre estuvo destinado a ser.
Es imposible no hablar del mundo
futurista pero a la vez pasado en el que desarrolla la historia, pues muchos lo
califican como steampunk (una especie de futuro con diseños basados en máquinas
de vapor y en la revolución industrial), pero creo que es algo único y más allá
de ser simplemente eso, es su propio mundo y que si bien tiene cierto parecido
con el steampunk, el universo que nos presenta esta película es un futuro
basado en la época victoriana, lo cual es sumamente original y de alguna forma,
no se nos hace extraño en ningún momento. Todo lo que vemos está diseñado de
forma que se nos hace natural desde el primer segundo y está muy bien planeado
en su mayoría, desde las velas de los barcos que funcionan con energía solar y
que combina esa sensación de aventura marítima y espacial a la vez, el hecho de que el espacio
exterior es visto como un gran mar esperando a
ser explorado pero que guarda peligros inimaginables es fascinante y los
diseños de personajes los hacen fácilmente identificables. Destaco principalmente estos últimos, pues están tan
bien hechos que con solo verlos podemos descifrar gran parte de su personalidad,
tomo como ejemplo el diseño de Silver, cuyo cuerpo regordete da la sensación de
amabilidad y de ser alguien afable mientras que sus partes robóticas dejan ver
su lado más peligroso y villanesco. Incluso el personaje de B.E.N tiene una
vuelta interesante siendo que paso 100 años solo y que está hecho totalmente en
3D, pero es tan irritante y me recuerda tanto a Jar Jar Binks (lo cual es un
serio trauma en mi vida) que prefiero obviarlo.
Estoy seguro que todo aquel que haya
visto esta película recuerda la canción de Sigo Aquí de Alex Ubago que funciona
como “canción insignia” de la película, la cual es excelente y es capaz de llevar a nuestra mente
a mirar hacia atrás y recordar esta película al instante, pero el resto de la
banda sonora compuesta por James Newton Howard es simplemente igual de buena.
La música que compuso combina a la perfección 3 estilos muy dispares: época
victoriana, piratas y futurismo, o al menos es lo que yo interpreto. Todo dado
en momentos claves de la película donde, debido al contexto, uno de estos 3 estilos toma fuerza y conecta mejor con
lo que está pasando y vemos, realzando los sentimientos y sensaciones que generan dichas escenas o
momentos, ya sea peligro, tristeza o felicidad. Incluso el diseño de sonidos
(que generalmente pasan desapercibidos) está hecho a la perfección, los sonidos
que podemos interpretar como reales, una puerta cerrándose por ejemplo si se
siente y valga la redundancia, real. Mientras que los sonidos más
“fantásticos”, por decirlo de alguna forma, se sienten acordes al mundo y no
desentonan, como es el caso de cañones láseres o elementos parecidos.
Al ser una película animada
claramente tengo que hablar de la animación, pero para no extender esto
demasiado voy a decir que es simplemente espectacular. En 1999 técnicos y
animadores de Disney crearon una nueva técnica de animación que combina la
animación 2D y 3D con tal de dar más vida y agilidad a la cámara en las
películas animadas, esta nueva tecnología se la conoce como Deep Canvas. Para
mantenerlo simple lo que hace es dar la posibilidad de animar de forma 2D sobre
un fondo 3D, agilizando no solo el trabajo que conllevaría animar todo en 2D,
sino que da una mayor libertad de movimiento a los personajes para moverse
en el ambiente que le rodea. La primera película en usar esta nueva y
revolucionaria técnica fue Tarzan (1999), pero los directores Ron y John
quisieron explotar las capacidades del Deep Canvas al máximo y en El Planeta
del Tesoro hay un uso constante de este. Desde el barco en el que viajan los
protagonistas, las partes mecánicas de Silver, los mundos por los que pasan,
todo es una constante combinación de 2D y 3D con la que crearon escenas y planos únicas
y espectaculares para su época. Realmente prefiero que vayan a verla y aprecien el trabajo de
animación que hubo detrás de toda esta película antes que tener que explicarlo.
Entonces, si El Planeta del Tesoro
tiene tantos puntos a favor, ¿Cómo es posible que sea un fracaso en la historia
de Disney? Bueno, principalmente tiene que ver con la mala publicidad que la
misma empresa le dio. Si buscan los primeros tráilers que sacaron en Estados
Unidos van a ver que son nefastos, ni siquiera parecía que estaban anunciando
la misma película y no es porque el equipo de marketing de Disney fuera malo en
ese entonces pues por si no lo sabían, para publicitar la película de Lilo y
Stich re-animaron algunas de las escenas más icónicas de sus últimas películas
(La Bella y la Bestia, Aladdin, etc.) con Stich apareciendo en estas y
destrozándolo todo. Además de esto, la película de El Planeta del Tesoro fue
lanzada en época cercana a la navidad y competía contra nada más y nada menos
que con Harry Potter y la Cámara de los Secretos y con Santa Clausula 2, la
cual es otra producción de Disney. Vuelvo a tomar de ejemplo a Lilo y Stich, la
cual fue lanzada como estreno del verano y cuya mayor competencia en taquilla
fue la película de Scooby-Doo (2002). El Planeta del Tesoro fue lanzada
literalmente a morir para que así los ejecutivos tuvieran aún más razones para
cambiar a películas con animación totalmente en 3D, ya que las películas animadas
que más estaban recaudando eran las de Pixar. Y es realmente una pena pues el
equipo creativo tenía tanta confianza en que El Planeta del Tesoro iba a ser un
éxito que ya tenían completo el guion para una secuela incluso antes del
estreno de la primera, hasta tenían a Willem Dafoe confirmado para dar voz al
villano y si eso ya parecía demasiada confianza, déjenme decirles que también se
tenían planes de una serie animada que continuara con las aventuras de Jim
(aunque incluso yo tengo que admitir que desconfió un poco de como hubiera resultado
esto último).
No pretendo culpar a Disney, es una empresa después de todo y su trabajo es buscar conseguir que se hagan buenas películas de forma más rápida (y barata). Pero es realmente frustrante saber que una de las épocas más adultas y experimentales de la compañía fuera opacada e incluso trabada por ese deseo de avanzar a lo nuevo cuanto antes. Ni siquiera cuando fue nominada como Mejor Película de Animación en los Óscars de ese año le dieron la oportunidad de volver con una nueva entrega, pues la decisión ya había sido tomada y el 3D era el siguiente paso a dar. Desgraciadamente las primeras películas en 3D de Disney no son del todo… buenas y la excelencia que poseen ahora con dicho estilo de animación recién llegaría en 2010 con Enredados.
Yo no soy el mayor amante de las secuelas que Disney soltó en su momento a través de DVD, algunas están bien, otras son innecesarias y otras son básicamente horribles, pero si hubiera sido sumamente interesante continuar descubriendo el basto, peligroso e increíble universo que El Planeta del Tesoro nos presentó y que a más de uno dejó con ganas de más. Quizás solo estoy diciendo esto porque esta es una de mis películas favoritas y si algo te gusta uno no puede quedarse satisfecho con una sola entrega, no sé, supongo que es mejor tener algo bueno y memorable que no tener nada, por más que solo haya sido una probada de todo lo que pudo haber sido.
-Escrito
por Fabricio Viccini.
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