
Euphoria es la adaptación americana de la serie homónima israelí, aunque ambas historias terminan por tener muy pocas similitudes. La serie está escrita por Sam Levinson y es una producción para HBO. La historia se enmarca dentro del género dramático y sigue a un grupo de adolescentes estudiantes de secundaria, que sumergidos en el fatídico mundo de las drogas, el sexo y la violencia tratan de luchar contra esos monstruos para enfrentarse a un nuevo futuro. Euphoria se convirtió en una de las series más impactantes del 2019, generando una multitud de reacciones. Aunque parezca una seria para espantar a los padres en realidad es más una herramienta para que puedan entender mejor a sus hijas e hijos en una realidad condenada a existir en las zonas grises.
Esta serie en particular permite comprender cuáles son los peligros y cómo se podrían prevenir: sobredosis, muerte, adicciones, violaciones, acoso sexual, acosadores cibernéticos. Sam Levinson simplemente nos presenta los hechos sin justificar si están bien o mal, nosotros juzgaremos.

Euphoria es perturbadora, agresiva, salvaje y dura pero también fascinante. La serie da acceso privilegiado al mundo de los adolescentes de hoy en día, aunque la sociedad lo quiera o no. Y debería quererlo, porque es importante saber lo que ocurre cuando nadie está mirando, para tratar de entender lo que hacen y por qué lo hacen, mientras buscan “algo que le dé sentido a todo esto”. Muchos creen que Euphoria muestra una visión bastante exagerada de la generación Z, pero yo con mis 20 años estoy segura de haber experimentado gran parte de las cosas que se cuentan en Euphoria por lo que siento a la serie bastante realista en cuanto a las vivencias de esta generación. Me refiero a que la serie muestra la cara más cruda de la realidad adolescente, donde los chicos y las chicas desarrollan dos vidas: por un lado la imagen que le muestran a sus padres y por otro lado lo que sienten en su interior y desarrollan con las personas de su edad. Obviamente no todos los adolescentes viven problemas de tal magnitud, pero sí viven sometidos, en mayor o menor medida, a esta dualidad interior.
Protagonizada por Zendaya Coleman quien sin dudas realizó una actuación sublime interpretado a Rue, una adolescente asocial y problemática que regresa al instituto después de una temporada en rehabilitación tras sufrir una sobredosis. Rue vivió una infancia marcada por una enfermedad mental y la muerte de su padre, se entrega a los hábitos autodestructivos consumiendo alcohol y drogas, hasta que, un día, su hermana pequeña la encuentra en su cuarto ahogándose en su propio vómito tras una sobredosis. Después de rehabilitación, Rue regresa a su casa asegurando estar sobria y querer permanecer así, sin embargo la mentira constituye uno de los principales síntomas en la adicción.

Zendaya demuestra todas sus capacidades interpretativas en un rol muy exigente que, como ella misma ha confesado, le ha consumido su energía. Y es que eso es precisamente Rue, una esponja de dolor, tristeza y frustración que te absorbe y te consume, algo que Zendaya personifica a la perfección, ese espíritu ambivalente y complicado de una persona rota por las drogas y la enfermedad.
Si bien la historia gira entorno a Rue,
tambien tenemos todo un grupo de personajes que intenta como Rue encontrar su
particular momento de euforia. Por un lado tenemos a Kat (Barbie Ferreira) quien convierte las
inseguridades con su cuerpo en un bloqueo hacia las persona que la aprecian, y
cuando descubre el poder de sus curvas, lo usa para sentirse deseada pero no
para sentirse querida. Cassie (Sydney Sweeney) acaba enamorándose
esporádicamente de cualquier chico que le preste atención para suplir el
abandono de su padre. Maddye (Alexa Demie) es una chica fuerte,
poderosa y segura que sin embargo es maltratada por su novio, al que no solo
acaba perdonando una y otra vez, sino al que de una forma tóxica necesita y
quiere. Chris (Algee Smith) es consciente de que su sensibilidad es
contraproducente con la masculinidad tóxica que triunfa en sus iguales, además
él, que siempre había sido el número uno en su instituto, es un número más
cuando pasa a la universidad. De nuevo la inseguridad y la insatisfacción hace
que lo pague con quien menos lo merece, su novia Cassie. Por otro lado tenemos a Nate (Jacob Elordi), es
inteligente, apuesto, alto, tiene un cuerpo escultural, es el quaterback y
capitán del equipo de fútbol, tiene dinero y una novia preciosa. Parece que
todo es ideal en su vida y sin embargo está tan frustrado y destruido por
dentro como ninguno. Desde que era niño descubrió que todo en su familia es una
gran mentira. Su padre y a la vez su ídolo, engaña a su madre con otras
personas y graba cada uno de sus encuentros sexuales para dejarlos documentados
en vídeos que almacena cuidadosamente en su oficina. Y por último se encuentra Jules (Hunter Schafer), una chica transexual que tampoco tuvo una infancia
fácil. Nació con el cuerpo de un niño y fue abandonada por su madre. Una
infancia complicada que, a pesar de dar la impresión de haber superado, la ha
convertido en una persona insegura y frágil. En definitiva, jóvenes en busca de
validación, ya sea de la familia, los hombres o, en general, una sociedad
extremadamente exigente.

Lo que hace distinta a Euphoria de los demás dramas adolescentes es su manera de tratar estas problemáticas mencionadas, la serie las naturaliza. Un ejemplo claro son Kat y Jules, por su parte Kat está consciente de lo que significa no tener un cuerpo hegemónico, sin embargo su historia no se centra solo en eso, y tampoco vemos a los demás personajes mencionándolo en forma de insulto, sino que la vemos siendo parte del grupo de “las chicas más populares”. Otro estereotipo que Euphoria rompe es la división por grupos distinguidos del instituto. En cuanto a Jules, su historia va más allá que ser solo la chica trans de la serie, lo importante acá es Jules como persona, con sus vivencias, carencias y fortalezas, no vemos a los demás miembros haciendo hincapié en ese hecho una y otra vez o haciéndole bullying, al contrario, Euphoria naturaliza este personaje y nos cuenta su historia más allá de su género, como todas la series deberían hacerlo.

Pero lo que más destaco de la serie, más allá de su
historia y sus personajes, es todo lo técnico. Euphoria es un deleite visual,
tiene una fotografía excelente que la hace distinta, apuesta más a los colores
brillantes y sombras, creando así su propio estilo. Además juega mucho con la
narrativa y lo visual. Algo que ayuda mucho a que la serie tenga su propio estilo es
claramente el maquillaje y el vestuario, el cual fue inspirado en los looks que
están de moda en las redes sociales como Tumblr, Instagram o Pinterest, looks
que solo vemos en Internet son llevados a la vida real, reflejando como es en
realidad la Generación Z, una generación completamente digital.

Por último pero menos importante, debo confesar que el
soundtrack de Euphoria es el mejor soundtrack que he escuchado de una serie de
2019, hecho que quizás se deba a que Drake
es uno de los productores ejecutivos. El soundtrack acompaña cada una de las
escenas a la perfección, ya sea para resaltar una escena de drama o de fondo en
una fiesta, todo va combinando al punto que cada canción combina con la
historia de cada personaje. Mi canción favorita es sin dudas, All for Us con Labrinth y Zendaya, canción
que acaba con un montaje musical con bailarines y músicos al final, realmente
una obra de arte.

Por todo esto, la serie Euphoria resulta increíble y maravillosa. Quién decide verla se
termina asomando al mundo caótico de estos adolescentes que buscan huir de un
mundo que no entienden, experimentando con todo tipo de sensaciones para buscar
y quizás conseguir, su único momento de euforia.