La idea de que las películas animadas infantiles están
cargadas de ideología no es algo nuevo. Al momento de analizarlas detenidamente
encontrarías que todas tienen un mensaje que darle a lxs niñx, o no tan niñxs,
que responden a una serie de formatos narrativos (a veces de forma explícita,
otras de de maneras mucho más implícitas). Justamente uno de los monopolios más
grandes del mundo es la productora de Disney,
encargada de llevar a cabo muchísimas de las cintas que nos acompañaron desde
muy temprana edad. Sería un trabajo imposible encontrar una persona que no haya
visto aunque sea una sola película de este estudio, ya sea los clásicos
animados como ‘’Blancanieves y los Siete
Enanitos’’ estrenada en 1937 o la saga llevada a cabo en colaboración
con el estudio Pixar, ‘’Toy Story’’ (estrenada en 1993, siendo
la primera colaboración entre ambos estudios), entre un amplio repertorio de
obras históricas. Absolutamente todxs
habrán pasado por alguno de sus clásicos esparcidos a lo largo de su inmenso
catálogo.
De la mano de estos desarrollos cinematográficos, Disney ha encontrado la forma de tomar su narrativa desde un enfoque centrado en una serie de tópicos; ya sea para hablar sobre feminismos, desigualdades, costumbres y culturas, la empresa
fundada por el mismísimo Walt Disney en el año 1923 ha sido por demás efectiva
a la hora de desarrollar obras que van a ser siempre recordadas por
generaciones enteras. Dichas obras han estado siempre en el ojo del debate,
siendo acusadas de racistas o machistas desde sus inicios en la animación
-acusaciones que han tenido razón de ser, basta con pasarse por sus primeros
cortos o largometrajes y poner atención a cómo han sido retratadas las mujeres
o las distintas etnias, sobre todo las orientales o africanas-. Pero si algo
hizo bien la empresa ‘’del ratón’’ es saber reescribir su propia historia; hoy
día ha lanzado entregas que tienen muchísimo contenido de empoderamiento
femenino, anti racismo, inclusión o incluso se tomó el tiempo de crear una
historia cargada de connotaciones anti-imperialistas como fue el caso de ‘’Bichos: Una aventura en miniatura’’,
estrenada a finales del milenio pasado.
Sin embargo, hay un
público que se le escapa a todo esto: el sector representado por la Izquierda
Comunista. Una de las principales críticas a este aspecto dentro de la
cinematografía de Disney llegó en el año 1971 bajo el nombre de ‘’Para leer al
pato Donald: Comunicación de masas y colonialismo’’, escrito por los autores Ariel
Dorfman y Armand Mattelart. En su obra, critican la forma en la que se
representa el consumo desmedido y la ausencia de los medios de producción
empleados para producir los distintos objetos a ser consumidos. Las cosas simplemente
‘’aparecen’’ sin rastros de la mano de obra necesaria detrás (la producción
queda borrada de la historia). La principal crítica de la izquierda parte de
preguntarse justamente ‘’¿De dónde salen las cosas en el mundo de Disney?’’ y
la obra de Dorfman y Armand sirve como corolario para comenzar a entender este
tan complejo proceso.
Es con Pixar que comienza a aparecer ‘’la producción’’ y
junto a Disney estrena Monster Inc. en el 2001 (30 años después de la
publicación del libro de la dupla Dorfman/Armand). La misma nos sitúa en una ciudad habitada por
monstruos llamada ‘’Monstruopolis’’, la más importante a nivel industrial y
urbano de este mundo fantástico que vive de forma paralela al universo habitado
por los humanos. Su único enlace con el mundo real es justamente la industria
enérgica llamada ‘’Monster Inc.’’, que se encarga de recolectar energía proveniente de los gritos que provocan los niños cuando son
asustados por los monstruos, que trabajan a tiempo completo como sus operarios.
Sin embargo, desde un primer momento se nos aclara que los niños son una
amenaza para el mundo habitado por
estas bestias, ya que se consideran
peligrosamente ‘’tóxicos’’ y por ende se debe evitar cualquier tipo de contacto
con ellos. En caso de que un episodio así se presente, se debe contactar de
forma urgente a la C.D.A (‘’Children Detection Agency’’) para que tome cartas
en el asunto y evite la propagación de la supuesta ‘’toxina’’. La dupla
protagonista de la misma son James P. Sullivan, el operario estrella de la
fábrica, y su fiel amigo/asistente de toda la vida, el simpático cíclope Mike
Wazowski. Juntos se verán envueltos en una compleja trama que se desencadenará
en el momento que Sullivan deja entrar, por error, a una pequeña niña llamada
Boo a su mundo.
Existe repartida por
toda internet (en formatos variados que van desde el ensayo escrito hasta el
meme esparcido por redes sociales) lecturas que interpretan a la película como
una reivindicación de la ideología marxista y anticapitalista. En lo personal
considero dichos ensayos y corrientes de interpretación extremadamente erradas,
ya que ignoran conceptos clarísimos que me encargaré de explicar a
continuación. Cabe destacar que parto desde la suposición de que todxs lxs que hayan entrado a este análisis han visto
esta tan popular película, por lo que habrá algunos spoilers de la trama.
En este punto tenemos para rescatar un
aspecto muy importante dentro de la trama: En el contexto de la película,
existe una crisis energética que amenaza el estilo de vida de todos los
habitantes de monstruopolis y que, en consecuencia, pone en riesgo las tareas
dentro de la principal industria de la ciudad. La primera solución que
se nos presenta es justamente la que nos ofrecen los supuestos ‘’antagonistas’
(y digo supuestos porque no los considero el típico arquetipo de villano que
nos ha ofrecido el cine animado hasta ese momento). Dicha solución es una
suerte de ‘’Capitalismo Desatado’’: dañar el recurso para poder sacar todo el provecho productivo de ellxs, sin importar si el niño o la niña mueren en el
intento; lo que importa es despojarlos de toda su energía para poder seguir con
el proceso productivo, que es el mismo que se encarga de mantener el confort
entre los habitantes de Monstruopolis. Ya ahí tenemos una sutil indirecta al
Capitalismo en forma de crítica pero que bajo ningún punto de vista busca
reemplazarlo con una vertiente
marxista, ni en ese momento ni sobre el final de la historia es algo que le
interese mucho a Disney.
Otro elemento muy
importante en la trama, y que ya nombré anteriormente, es la C.D.A (la Agencia
de Detección Infantil). ¿Por qué su relevancia? Porque es la encargada de que
el status quo del sistema siga
funcionando. Si una amenaza tan latente como lxs niñxs existe, necesita un
contrapeso que sirva de contención. Para entender este punto hay que detenerse
un segundo en el concepto de ‘’Moralidad
del Sistema’’ y cómo afecta a esta sociedad: lo que se consume o no, define
en cierta medida tu lugar en el mundo y está sujeto a elementos cargados de
moralidad. Todo lo que escape a ese elemento será considerado ‘’impuro’’;
ejemplos de eso hay a montones y definen en gran medida aspectos centrales
dentro de cualquier sociedad a lo largo de la historia: la religión, la ética e
incluso el mundo capitalista y globalizado se encuentran atravesados por ideas
de lo que ‘’está bien y lo que está mal’’. Es por eso que la C.D.A cumple un
rol vital en el imaginario de Monster Inc. Esta Agencia es justamente el
elemento ‘’moralizador’’ dentro de su universo; porque si lxs niñxs son dañinxs
para el resto del mundo, asustarlxs está permitido (justificando de esta manera
la explotación agravada del recurso natural); la C.D.A se mueve dentro del
margen legal y con intenciones de proteger al resto de la sociedad.
Como
dije anteriormente, son todas herramientas que utiliza el mismo sistema
Capitalista para poder establecer su control en el resto del mundo. Lo
llamativo, y muy gracioso, de todo esto es que la C.D.A no funciona para nada
bien; no pueden contener a una simple niñita que se escapó, porque sus
‘’detectores de niños’’ hacen de todo menos detectar niños. Este detalle, que
puede sonar muy pequeño, me llamó mucho la atención durante un tiempo pero fue
recién cuando entendí el hecho de que la pureza y la moralidad no necesitan más
que meterse en el imaginario colectivo para funcionar, que pude entender su
verdadera razón de ser. A los habitantes de Monstruopolis no les interesa que
la Agencia encargada de detectar y neutralizar a lxs niñxs no puedan hacerlo,
la idea de que estxs son seres malignos y contaminantes ya pudo calar muy hondo
en la sociedad y no necesita que se la justifique. El sistema se encarga de
cobrar caro el precio de la comodidad, usando como moneda de cambio a la ignorancia.
Si existe algo que le encanta a la gente, es la idea de que hay un mal
inevitable que amenaza con invadirnos (basta con pasarse un ratito por el
infinito catálogo de contenidos multimedia que tienen como centro argumental una invasión externa), pero que nos encontramos a salvo
gracias a todxs aquellxs que velan por nuestra seguridad.
Para esta altura del
film podemos entender dos aspectos: en primer lugar, que la supuesta
peligrosidad de lxs niñxs es una mentira creada para poder seguir manteniendo
una explotación desmedida sobre los recursos, no importa si este recurso es
dañado de forma irreversible. Por otro lado,
la idea de que aquel que hace el mal lo hace de manera sistemática y se
encuentra promovido por el mismo sistema que sentó las bases de su desarrollo;
en este aspecto tenemos a Jake y Mike, que comienzan a entender que todo lo que venían haciendo hasta
ese momento estaba mal, asustar a unas criaturitas indefensas es sumamente
cuestionable aunque ese haya sido su trabajo todo este tiempo. El gran quiebre
argumental parte de estos dos aspectos y la narrativa atravesará todo el acto
final acorde a lo descubierto hasta ese momento.
En última instancia,
queda contestar sobre por qué considero que afirmar que Monster Inc. es una
metáfora que busca reivindicar el marxismo es falsa. Para explicar este punto
iremos directamente al final de la película, en donde los antagonistas son vencidos pero la crisis energética sigue en
auge, por lo que necesitan una solución
de forma inmediata. Si para el final de la película se interrumpía la
producción y el recurso no se explotaba más, podemos empezar a codearnos con la
idea de que el manifiesto comunista domina la ideología de Monster Inc.
Sin
embargo, esto no sucede porque el mismo sistema demanda que dicha energía esté
disponible para su consumo. Es ahí que Sullivan y Wazowsky recurren a dejar de
asustar a lxs niñxs para comenzar a hacerlxs reir, ya que comprobaron que de
esta forma la energía extraída es más pura y eficiente. No hay intención de que
la máquina de consumo se detenga, sino que se trabaja de forma más ‘’sana y
amigable’’ para hacerla sobrevivir.
En este punto es que entra un concepto acuñado por Pierre
Bourdieu, conocido como ‘’El Capitalismo Cultural’’. Para explicar a grandes
rasgos qué significa este término y porqué se encuentra estrechamente
relacionado a la filosofía de Monster Inc. voy a citar la definición que brinda
el sociólogo ruso Slavoz Zizek, quien define al Capitalismo Cultural como:
‘’Una tendencia, cada vez más grande, a unir tu consumo egoísta con el acto que
te redime.’’
Si dicha definición
te hizo recalcular, es porque estás rodeadx de Capitalismo Cultural en tu día a
día y tal vez no te diste cuenta hasta este preciso momento. Uno de los
ejemplos más grandes que se me viene a la cabeza es la ultra famosa franquicia
cafetera Starbucks, en donde te dejan en claro de entrada que vos consumís
‘’una ética del café’’. No es un simple producto que te llevás para tomar en el
camino a la facultad o tu trabajo, sino que en ese acto estás colaborando con
una serie de conceptos que hacen a esta y tantas marcas diferentes al resto, o eso te intentan hacer creer: El
comercio justo, aquel que no daña al medio ambiente y que vende comida
saludable, son herramientas de marketing que utilizan muchísimos monopolios a
lo largo y ancho del globo, con el afán de alimentar la necesidad del ser
humano que no quiere ser más que simple consumista, le da ese ‘’algo más’’ que
lo hace sentir especial y atado a una causa. Recurrir a esta ‘’vuelta de tuerca’’
del capitalismo es lo que hace la película de Disney para concluir su historia.
En síntesis, Monster Inc es por sobre todas las
cosas una película ‘’reformista’’ que se encarga de marcarle las pautas de
comportamiento al capitalismo desmedido, pero que bajo ningún punto de vista
busca desestabilizarlo o destruirlo. Su correlato es sumamente reconocible, ya
que basta con salir un poco al mundo real para entender el suelo que habitamos
y los objetos que consumimos.Si el debate que se arma en torno a esta película
es ‘’Reformismo vs. Revolución’’ sabemos muy bien de qué lado de la mecha se
parará Disney o cualquier otra empresa que tenga la finalidad de incrementar su
margen productivo. Panorama que no considero que cambie jamás, por más
progresista que se ponga una empresa familiar con orejitas de ratón o que acompañe tu café latte con una
galletita amistosa.
Escrito por: Francisco Rojas Lipuchesky
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